Aintzane Zarraonandia

Tuve la suerte de tener a mis dos hijos allí. La verdad es que no sé si la palabra “jardín” le hace justicia, podría describirlo más bien como un hogar. Un hogar donde mis niños aprendían cada día, y además lo pasaban muy bien.
Siempre dije que dejar a mis hijos en Goldfish, además del amor que les entregaban todas las misses, era como dejarlos a la entrada de un cuento. Cada tres meses tenían temáticas distintas, como por ejemplo: el mar, Egipto, Van Gogh, dinosaurios, etc. Los niños llegaban a casa hablándome de paleontólogos, de que ellos eran Tutankamón, me contaban la vida de Vincent van Gogh, que nació en Holanda. La verdad es que era asombroso, sabían y manejaban un vocabulario que no pensé que se podía alcanzar a los 3 y 4 años.
Hoy tienen 6 y 7 años, y les están enseñando las letras (que ya se saben desde el jardín) gracias al maravilloso mundo de “Letterland”. Sinceramente, siempre le he dicho a la Miss Sol que, si Goldfish hubiera tenido hasta kínder, los habría dejado allí sin pensarlo. El miedo a perder el cupo en cualquier colegio por no haber hecho prebásica no habría existido por dos razones:

  • Porque la satisfacción de saber que mis niños estaban aprendiendo de esa forma, “jugando” y realmente absorbiendo como esponjitas, era inmensa.
  • Humildemente, creo que los niños de Goldfish habrían sido muy codiciados en cualquier colegio.Hasta el día de hoy, mis niños y yo extrañamos este maravilloso lugar.

Estamos agradecidos de por vida con ellos, y no puedo dejar de agradecer TODO lo que nos entregaron, todo lo que me ayudaron, y lo mágico que fue ser parte de esta familia

Aintzane Zarraonandia

Tuve la suerte de tener a mis dos hijos allí. La verdad es que no sé si la palabra “jardín” le hace justicia, podría describirlo más bien como un hogar. Un hogar donde mis niños aprendían cada día, y además lo pasaban muy bien.
Siempre dije que dejar a mis hijos en Goldfish, además del amor que les entregaban todas las misses, era como dejarlos a la entrada de un cuento. Cada tres meses tenían temáticas distintas, como por ejemplo: el mar, Egipto, Van Gogh, dinosaurios, etc. Los niños llegaban a casa hablándome de paleontólogos, de que ellos eran Tutankamón, me contaban la vida de Vincent van Gogh, que nació en Holanda. La verdad es que era asombroso, sabían y manejaban un vocabulario que no pensé que se podía alcanzar a los 3 y 4 años.
Hoy tienen 6 y 7 años, y les están enseñando las letras (que ya se saben desde el jardín) gracias al maravilloso mundo de “Letterland”. Sinceramente, siempre le he dicho a la Miss Sol que, si Goldfish hubiera tenido hasta kínder, los habría dejado allí sin pensarlo. El miedo a perder el cupo en cualquier colegio por no haber hecho prebásica no habría existido por dos razones:

  • Porque la satisfacción de saber que mis niños estaban aprendiendo de esa forma, “jugando” y realmente absorbiendo como esponjitas, era inmensa.
  • Humildemente, creo que los niños de Goldfish habrían sido muy codiciados en cualquier colegio.Hasta el día de hoy, mis niños y yo extrañamos este maravilloso lugar.

Estamos agradecidos de por vida con ellos, y no puedo dejar de agradecer TODO lo que nos entregaron, todo lo que me ayudaron, y lo mágico que fue ser parte de esta familia